La secuela a una de las películas más taquilleras de la historia ha tenido que enfrentar numerosos retos tecnológicos para filmar sus impactantes escenas marítimas
En la industria hollywoodense no hay nombre que inspire tanto respeto como temor por igual: James Cameron. El cineasta es considerado uno de los más exigentes realizadores en los sets de sus mega producciones, lo cual se ha traducido con secuelas icónicas como Aliens o Terminator 2, a éxitos insólitos como Titanic.
Para su nueva película, apenas un capítulo más de una trilogía ya filmada y que funge como continuación a su espectacular película de ciencia ficción de 2009 ambientada en la luna de un planeta distante con formas de vida similares a las de la Tierra, Cameron decidió ofrecer a los espectadores más lugares de esta región fantástica nombrada Pandora.
En Avatar: El camino del agua nos adentramos en los oceános de este mundo, con un sinfin de escenarios cautivadores y criaturas que roban el aliento, invitando a soñar la posibilidad de otras formas de vida habitando en el universo.
Pero captar esta faceta de Pandora, Cameron buscó las condiciones de filmación que empujara los límites de la industria del entretenimiento para ofrecer una película desconcertante para las audiencias.
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Tecnología y técnicas de primera
La visión acuática de Cameron fue todo un quebradero de cabeza para Peter Zuccarini, director de fotografía de la cinta, pues grabar a los actores con sus trajes de motion-capture (el reconocimiento facial que sirvió de base a los animadores de efectos visuales para convertirlos en miembros de la raza alienígena Na'avi) bajo el agua era prácticamente una labor titánica, ya que las burbujas de las tomas cubrían los puntos faciales de donde se tomaba la interpretación del elenco. ¿La soluciónd de la producción? Inventar herramientas tecnológicas para sortear estos obstáculos.
Lo que iba a ser un trabajo de 2 meses para Zuccarini se transformó en una producción que lo mantuvo ocupado 4 años, ante las demandas de la épica espacial de Cameron. La película tuvo que revolucionar la tecnología de captura de movimientos para adaptarse a las tomas acuáticas.
Esto conllevó utilizar cientos de cámaras nuevas y puntos de anclaje que retomaran cada detalle de las interpretaciones faciales de Sam Worthington, Zoe Saldaña, Sigourney Weaver y más estrellas que retoman sus papeles en esta nueva entrega.
Aunque los animadores utilizaran estas tomas para moldear las caracterizaciones digitales de los actores, Cameron exigió que todas las escenas que transcurrieran bajo el agua se grabaran de este modo en la vida real. "Él (Cameron) quería estar seguro de que la física de cada movimiento en el agua fuera siempre el correcto".
Una filmación con más posibilidades
Las demandas de Cameron por lograr un nivel de inmersión más auténtico le permitieron a Zuccarini mover su cámara Sony Venice 3D de más de 80 kilos entre los actores sumergidos, contrario al estándar de filmarles desde el exterior de los tanques de agua por medio de ventanas. De esta forma, las tomas consiguieron una mejor óptica al evitar la refractación, ya que en palabras de Zuccarini, "no puedes filmar un ángulo a través de una ventana de cristal correctamente".
El mover este monumental equipo requirió de una grúa masiva con dos cámaras Venice montadas. Al momento de grabar, el equipo de filmación tuvo que seguir coreografías de movimiento para que las cámaras se movieran de la forma que Cameron deseara, y para auxiliarse, Zuccarini utilizó una cámara al hombro que requirió un esfuerzo colaborativo mayúzculo para moverla en las tomas indicadas y en el tiempo requerido.
Cada uno de los instrumentos tecnológicos tuvo que ser desarrollado desde cero, ya que nunca antes se había planteado una producción bajo el agua de esa manera. Por lo que estas condiciones únicas motivaron a herramientas especiales.
"Hay muchas complicaciones con la interferencia entre el agua y los lentes, y con el tipo de soporte que emplees, ya que esto afecta las características de la refractación, ya sea que haga la imagen más grande o que obtengas una toma con verdadero campo de visión, y encima esa distorsión o aberraciones de color también vienen incluidos con esos elementos ópticos", reafirmó Zuccarini.
Por otro lado, Cameron le dijo al medio estadunidense que este esfuerzo que le tomó más de 10 años desarrollar espera que rinda frutos para lo que serían las filmaciones de otras 4 secuelas en puerta. De momento, la tercera parte de Avatar está en post-producción, pero de tener éxito El camino del agua, Cameron se aseguraría de que el método sea utilizado en las siguientes entregas, las cuales se filmarían de forma simultánea (como hizo hace años El señor de los anillos) para así reducir costes de producción.
De momento, queda en manos de los espectadores confirmar si las proezas de Cameron y del equipo de artistas visuales de WETA Workshop (estudio de Nueva Zelanda responsable de los efectos de grandes franquicias de Hollywood, incluyendo la primera Avatar y la mencionada El señor de los anillos) rindió frutos. Avatar: El camino del agua se encuentra en carteleras de México desde el miércoles 14 de diciembre. Se espera que tras una larga corrida comercial, debute en Disney+ durante la primera mitad del 2023.
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