Este invento permite a las personas con discapacidad auditiva y a otros usuarios experimentar las vibraciones de las notas musicales.
Los amantes de la música tienen ahora una nueva forma de disfrutar de sus canciones favoritas, gracias a los chalecos inalámbricos que traducen el sonido en vibraciones. Estos dispositivos, creados por la empresa Music: Not Impossible, permiten a las personas con discapacidad auditiva y a cualquiera que quiera experimentar la música de una manera diferente, sentir las notas en diferentes partes del cuerpo.
Cómo funcionan los trajes hápticos
Los chalecos, que cuentan con 24 puntos de vibración, se complementan con bandas que se colocan en las muñecas o los tobillos, creando una experiencia sensorial inmersiva. Los violines resuenan en la caja torácica, el violonchelo y el bajo se perciben ligeramente más abajo, mientras las trompetas encuentran su lugar en los hombros y los solistas, la mayoría de las veces, los sienten en las muñecas.
Estos trajes hápticos no se limitan a un solo género musical, sino que se adaptan al ambiente del espectáculo, desde el rock hasta la música disco. Así lo explica Patrick Hanlon, el experto en programación de trajes y cofundador de Music: Not Impossible. “La participación del cuerpo es parte de la magia del arte”, dice Hanlon, quien ha trabajado con artistas como Greta Van Fleet y Lady Gaga para ofrecer a sus fans una experiencia única.
El Lincoln Center, el prestigioso complejo cultural de Manhattan, se alió con Music: Not Impossible en 2021, incorporando su innovadora tecnología tanto en los espectáculos de orquesta como en sus populares conciertos al aire libre. En uno de ellos, el Concierto de las Artes Coreanas, se entregaron 75 chalecos a los asistentes, brindándoles una sinfonía de sensaciones.
Testimonio de los usuarios
Flavia Naslausky, responsable de Music: Not Impossible, relata cómo en las pruebas iniciales, Mandy Harvey, una cantante que perdió la audición por una enfermedad, pudo igualar el sonido de la música gracias a la vibración traducida por el chaleco. “El momento en el que confirmamos nuestra certeza fue revelador: si alguien con discapacidad auditiva puede equiparar esa nota mediante vibraciones, definitivamente avanzamos en la dirección correcta”, afirma Naslausky.
Jay Zimmerman, un compositor afectado por los atentados del 11 de septiembre de 2001, ve en los chalecos una oportunidad para que los niños sordos construyan una memoria auditiva a través de diferentes percepciones. “Mi deseo es que los niños sordos experimenten sensaciones reales y vibrantes”, expresa a la AFP.
Zimmerman, entusiasmado con el potencial tecnológico, reconoce que aún queda un largo trayecto por recorrer. “En última instancia, mi gran objetivo es poder sentir la suavidad de un violín de manera tan hermosa que me haga llorar, y experimentar esa misma nota a través de un trombón con tal hilaridad que me haga reír”, dice. “Ese es el gran sueño”, concluye.
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